Los Shipibo se destacan por una cosmología rica y compleja, que está directamente relacionada al arte y a los artefactos que producen.
La principal entre sus tradiciones es la ceremonia de Ayahuasca (Banisteriopsis caapi), que podría decirse que es la más antigua, tradicional y comercialmente impoluta.
Los Shipibo consideran la ceremonia Ayahuasca como arte, así que, aun cuando hay hombres Curanderos, son las mujeres que a menudo son escogidas para los ancestrales Icaros a ser transmitidos y son ellas las principales intérpretes en las ceremonias, transmitiendo a través de sus cantos ceremoniales mágicos su protectora energía femenina de madre, sus almas y corazones.
Esta constelación y su mitología son también reproducidas a partir de memorias ancestrales en las ceremonias.
En la selva del Perú se denomina Icaro al canto o melodía que utilizan los curanderos (shamanes) durante los trabajos rituales que realizan. El canto shamanico es el arma curativa, la sabiduría y el vehículo de la energía personal del curandero, el símbolo de su poder.
La acción de icarar implica cargar con el poder del shaman un objeto o pócima, confiriéndole alguna propiedad específica para ser transmitida al receptor, ya sea limpieza, protección, curación.
Cada shaman es dueño de sus Icaros, como es dueño de su experiencia y sabiduría, por haberlos recibido a su vez de su maestro o directamente de la naturaleza.
Es común que los curanderos (shamanes) manifiesten que las cosas que saben, incluidos los Icaros, han sido aprendidas en sueños, en visiones o que les han sido dados por las plantas.
Cuentan que en estos estados de conciencia inducidos por brebajes de “plantas maestras” han captado la melodía, sin mediar voluntad ni raciocinio, sintiendo que se impone por sí mismo y muchas veces en idioma desconocido.
Al igual que los mantras en las tradiciones orientales, están se realizan sobre determinados centros energéticos, mediante vibración sonora, y que hay un conocimiento subconsciente que guía al shaman a elegir el Icaro adecuado a cada circunstancia.
Durante rituales curativos donde se utilizan brebajes de plantas, los curanderos orientan la curación, modulan la energía individual y colectiva, y cuidan la unidad del grupo.
Percibido bajo estado modificado de conciencia, el Icaro ayuda a metabolizar las visiones, remueve contenidos subjetivos en diferentes niveles, nos guía en el trabajo de autoexploración y al mismo tiempo es la ligazón con el plano real actual.
El Icaro correspondiente nos ayudaría a estar en condiciones de “ver” el interior de las formas, con más intensidad y luz y sobre todo a discernir, a ver la importancia e integrar la imagen al todo, con una visión universal. Ver en otra dimensión, con otros ojos, con más transcendencia y vivir plenamente cada instante.
Existe un conocimiento de la vida escondido muy profundamente dentro de cada uno de nosotros, alejado de nuestra consciencia por el exceso de estímulos externos y el mal uso de nuestro cuerpo.
Si nos ponemos en condiciones propicias, este conocimiento puede surgir en forma inesperada, alumbrando un camino que hasta entonces no veíamos.
El canto o Icaro es una “transmisión viva de energía”. La energía que el maestro recibe de los espíritus es la energía que acumulo durante la dieta y que da el poder a su voz y a sus palabras, la energía que restablece el orden, trastornado por la enfermedad, en el cuerpo del paciente.
“El Icaro es la fuerza y la raíz de la sabiduría del curandero” ya que es cantando que el maestro se comunica con los espíritus de las plantas que infunden la potencia de su medicina en el cuerpo del paciente.
La curación del paciente depende de la capacidad del maestro de sintonizarse perfectamente, con la ayuda de los espíritus, en la misma “onda” de la enfermedad y del cuerpo debilitado del enfermo. Si la convergencia es perfecta, entonces el sonido del canto (Icaro) del maestro en el cuerpo del enfermo produce como efecto la inmediata normalización del mal y por consiguiente la curación.
El timbre de voz de los maestros es el cual depende una de las principales características terapéuticas de los cantos. Esta voz con frecuencia se hace aguda, incierta, ahogada, sufrida, grave, asume en otras palabras todas las tonalidades permitidas por la extensión de la voz humana, para enfatizar las acciones del viaje, de los espíritus auxiliares, las peleas, los peligros, las resistencias de la enfermedad.
En The Healing Tree Center nuestros maestros han seguido un largo entrenamiento fundamental para aprender a manejar los cantos, porque estos deberán hacer vibrar a los enfermos y deberán hacerlo en la forma exacta en que cada uno lo necesita. He aquí entonces que precisamente por la diferencia de los requerimientos de los distintos enfermos y de las numerosas enfermedades que sufren, los shipibo – konibo tienen en su repertorio un número normalmente grande de cantos, melodías, dibujos melódicos.
Es el canto del chaman el que cura, los cantos tienden a colocar al enfermo en el centro de la atención de los espíritus para poner en marcha el proceso de curación en las sesiones terapéuticas.
Hay distintos estilos de cantos y cada uno tiene su significado y distinto uso terapéutico.
Los cantos usados por los shamanes amazónicos son cantos con poder y se cantan solo durante las sesiones terapéuticas.
Los cantos le ayudan al shaman durante las ceremonias a describir la enfermedad del paciente además de hacer sentir al paciente cómodo, serenando y alegrando su alma preparándolo a una rápida curación.
El canto muestra el recorrido de la enfermedad y las acciones que el Shaman realiza para rescatar la salud del paciente.
Alivio de males físicos y sicológicos, como dependencias, traumas y ansiedades, a través del espíritu. Se llega a la raíz del problema, mediante una terapia integral permite el autoconocimiento.